VIA LUCIS

1ª Estación: Conspiración para matar a Jesús

Lucas 22,1-5

Conspiradores los ha habido y los habrá siempre. Conspiraciones para matar al pobre que estorba, a la voz del disidente, al oponente político, religioso o ideológico… Conspiraciones para expoliar pueblos y tierras, para hacer el negocio del siglo, para ganar millones sin importar cómo. Conspiraciones para prosperar aplastando a quien sea, para subir más alto, para ser más guapo, más rico, más fuerte, más poderoso… Y el inocente, el que no sabe o no puede defenderse, siempre pagando las consecuencias… muchas veces con su propia vida.

Haz, Señor, que conspiremos siempre y con todas nuestras fuerzas a favor de la paz y la justicia.

 

2ª Estación: La cena pascual

Lucas 22,14-23

Eso sí es importante: comer, cenar, y luego volvernos locos por el régimen, esos kilos de más.. Niños que ya no saben que chuchería comer, y niños que apenas saben lo que es comer; niños que mueren de hambre, literalmente, uno cada cuarenta segundos, dicen (¿qué cincuenta madres habrán perdido a sus hijos dentro de media hora, por no tener nada para comer?). Nosotros no, nosotros, si acaso, morimos de exceso, exceso de colesterol o exceso de estupidez por la línea que nos lleva a la bulimia, a la anorexia… ¿A qué jugamos con nuestras vidas?

Enséñanos, Señor, a compartir para que haya pan para todos.

 

3ª Estación: El testamento de Jesús

Lucas 22,24-38

“Los grandes oprimen a los pueblos y los poderosos se hacen llamar bienhechores. Yo estoy entre vosotros como el que sirve”. Y ahora nosotros nos llamamos servidores: del pueblo, de la comunidad, del estado… Pero buscamos los cargos para presumir de poder, para aprovecharnos, para expoliar, para sentirnos y sentarnos por encima de los demás, para oprimir, mandar, avasallar…La lección de Jesús sigue esperando: ¿quién quiere servir de verdad sin servirse de, sin aprovecharse de, sin oprimir? ¿Quién quiere dedicarse a liberar a los demás, no a esclavizarlos y oprimirlos?

Haznos, Señor, conscientes de que somos siervos inútiles, pero muy queridos por Ti.

 

4ª Estación: La oración en Getsemaní

Lucas 22,39-46

Nosotros también rezamos, por supuesto. Para pedir, somos muy pedigüeños: dame, concédeme, resuélveme… Eres nuestro “supermercado celestial de favores y facilidades”, una especie de todo a cien en el que encontrar soluciones fáciles a nuestros desaguisados. Y enfados, muchos enfados si no te pliegas a nuestros deseos: ¡Pues vaya Padre, pues no me escucha ni me hace caso, pues para qué está si no me concede lo que le pido…! Por lo visto, a nuestros evangelios les falta una página, como a nuestra vida; esa que dice: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”

Señor, que se haga siempre tu voluntad, aunque no siempre la entendamos.

 

5ª Estación: Traición y arresto de Jesús

Lucas 22,47-53

Una vez más, la libertad conculcada. Inocentes presos por que sí; niños explotados por grandes multinacionales; medios de comunicación que manipulan, tergiversan, deforman…; propaganda que crea necesidades artificiales, innecesarias e inútiles; países sometidos a sangrientos dictadores; bocas cerradas, opiniones prohibidas, opciones condenadas, ideas silenciadas, gentes apaleadas, mujeres arrinconadas cuando no maltratadas, inmigrantes marginados… en nombre de un bien superior, o de la pureza de la raza… ¡incluso en nombre de Dios!

Haznos descubrir, Señor, que sólo la verdad nos hará libres

 

6ª Estación: Pedro niega a Jesús

Lucas 22,54-62

La verdad casi nunca interesa; la fidelidad es secundaria (salvo la fidelidad de los de abajo hacia los que mandan, esa hay que mantenerla a toda costa); la amistad es relativa. Primero yo y lo mío, y que nadie me moleste, que nadie me saque de mi tranquilidad, que nadie altere mis comodidades, que nadie ponga en peligro mis seguridades; caiga quien caiga: un amigo, un principio, la esposa, los hijos, el compañero de trabajo…¡Que se busquen la vida! Nos escandalizan las tres negaciones de Pedro, sin darnos cuentas que sólo fueron tres; ¿cuántas son las nuestras?

Aparta, Señor, de nuestras vidas, la cobardía y la traición

 

7ª Estación: Profeta escarnecido

Lucas 22,63-65

Es que no se puede andar por la vida diciendo la verdad; ni entonces, ni ahora, ni nunca. Hay que ser “políticamente correctos” si queremos ir a alguna parte en esta vida. Aunque lo “políticamente correcto” sea un cúmulo de tópicos, hipocresías, vaguedades, posturas cobardes y egoístas, opiniones descafeinadas pero grandilocuentes, pura fachada, maquillaje, decorado, falsedad… Hay que ser “políticamente correcto” si se quiere ser alguien en esta vida. El que se mete a profeta, ya sabe lo que le espera por no plegarse a ser uno más de la masa, uno borrego más del rebaño

Señor, haznos “políticamente incorrectos” para que proclamemos la verdad y defendamos la justicia.

 

8ª Estación: Juicio ante el Sanedrín

Lucas 22,66-71

Juicios amañados, testigos comprados, justicia a la carta para el rico, justicia corrupta, jueces prevaricadores, jurados populares manipulados o cobardes, libertad condicional para el que tiene avales, prisión incondicional para quien no tiene padrino, prisiones infrahumanas, presos hacinados, maltratados, a los que ya no se considera como personas, cárceles que son escuelas de delincuencia, prisiones en las que no se paga por lo hecho, en las que no se encuentra rehabilitación, sino la destrucción del preso, su vejación, su anulación como persona…

Haz, Señor, que sigamos clamando día a día por una justicia verdadera.

 

9ª Estación: Juicio ante Pilatos y Herodes

Lucas 23,1-12

Y así nació la famosa frase: “Ir de Herodes a Pilatos”; que es como vamos por la vida, o como nos llevan: de acá para allá, desorientados, confundidos, deslumbrados por mil estrellas que sólo tienen fuego fatuo, sin saber qué queremos, sin saber qué quieren los demás para nosotros. Errantes, sin destino, sin meta, sin futuro, perdidos en mil pequeños objetivos, con mil pequeños reyezuelos que quieren hacerse dueños de nuestras vidas, de nuestras mentes, de nuestros bolsillos, de nuestros destinos; incapaces de ver más allá de nuestras narices, de nuestro hoy, del presente más estrecho y corto.

Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón no descansará en paz hasta que repose en Ti.

 

10ª Estación: Pena de muerte

Lucas 23,13-25

La del terrorista y su tiro en la nuca; la del jurado que se inclina del lado del abogado más locuaz, sin importarle la verdad; la del marido que ha pasado del mal trato al asesinato; la del policía corrupto que limpia la calle de unos cuantos niños abandonados a base de tiros; la del camello que reparte la muerte en forma de polvo blanco, de pastillas; la de la madre que se libra de un feto molesto e inoportuno; la que dictamos los que nos negamos a compartir lo nuestro con quienes se mueren de hambre; la del empresario que no pone los medios de seguridad para el trabajo de sus obreros; la del conductor enloquecido…

Enséñanos, Señor, a dictar sólo sentencias de vida para todos.

 

11ª Estación: Camino del Calvario

Lucas 23,26-32

En el camino unas mujeres que lloran. Porque son maltratadas; porque son de menor categoría; porque en algunos países no pueden ni enseñar la cara; porque sus sueldos siempre son menores que los de los varones; porque no son más que objetos de placer; porque tienen que sufrir la ablación; porque son mercancía con la que traficar, y bastante barata; porque todas, menos mi madre, son unas cualquiera; porque tienen que hacer de madre, de esposa, de cocinera, de ama de casa y de obrera en el taller todo a la vez; porque no son más que como floreros de adorno…

Señor, enséñanos que varones y mujeres somos distintos en cualidades pero iguales en dignidad.

 

12ª Estación: Crucificado entre malhechores

Lucas 23,33-43

Como siempre, de lado de los pobres, del lado de los pecadores, en medio de los malhechores, junto a indigentes y desgraciados, maltratados, malqueridos, malditos, malvistos… ¿A quién le puede gustar un Dios así, un Dios que no elige a los guapos, a los ricos, a los poderosos, a los devotos y piadosos, a la gente de bien…? Este Dios se ha equivocado, esto no puede ser así y, por tanto, este que dice ser Hijo de Dios sobra entre nosotros, molesta, está de más. Haremos un bien a la humanidad quitándolo de en medio. ¡Que muera con sus amigos!

Haz, Señor, que estemos siempre del lado de los que estás Tu.

 

13ª Estación: Muere confiando

Lucas 23,44-49

Con la muerte termina todo para nosotros; morimos, matamos… es el final, es lo más que puede salir de nuestras manos. La muerte: el gran temor, la pena máxima, el mayor fracaso de la vida, su antítesis, su negación. La realidad que nos puede, nos supera, nos domina, ante la que quedamos mudos, desarmados, paralizados. Todo tiene arreglo menos la muerte; ante la muerte nada podemos hacer… más que confiar, y ponernos en manos de Dios, porque El también es Señor de la muerte, y El sabrá qué hacer, cómo tratarla, cómo solucionar este problema para nosotros totalmente insoluble.

Señor, ayúdanos a afrontar la muerte confiando en tu amor.

 

14ª Estación: En un sepulcro nuevo

Lucas 23,50-56

Porque a pesar de que pisoteamos la naturaleza, a la que no sentimos como nuestra casa, y a las personas, a las que no terminamos de ver ni tratar como hermanos; a pesar de que destruimos más que creamos, Dios está por la Vida y es El quien va a ganar la partida. Tras la tormenta llega la calma; tras el invierno vuelve la primavera… y tras la muerte vendrá la Vida, tras el cadáver sepultado en un sepulcro nuevo renacerá un cuerpo incorruptible, resucitado, triunfal, glorioso, viviendo para siempre la misma Vida de Dios.

Danos, Señor, una esperanza firme y fuerte que nos haga caminar con confianza.

 

15ª Estación: ¡HA RESUCITADO!

Lucas 24,1-12

Aquel a quien vosotros, todos, explotadores, tiranos, dictadores, jueces inicuos, comerciantes deshonestos, banqueros entregados a la usura, dirigentes religiosos inquisidores, explotadores de niños y mujeres, fanáticos nazis, fundamentalistas religiosos, empresarios explotadores, padres desnaturalizados, hijos degenerados… matasteis colgándolo de un madero, con un tiro en la nuca, exprimiéndole con intereses, maltratándolo en casa, condenándole a la hoguera, robándole lo que necesitaba para comer, defraudándole el salario… a ese, Dios lo ha resucitado de entre los muertos, y ahora VIVE PARA SIEMPRE. La muerte, ha muerto.

Señor, llévanos a vivir un día, para siempre, junto a Ti.